Exilio y redención

¡Una ligada a la otra, sin exilio no hay redención!

En el libro de Shemot (“nombres” en hebreo), al cual han llamado Éxodo en español, es donde vamos a conocer el exilio del cual salió el pueblo hebreo y es una de las historias más fascinantes y conocidas de la Biblia; pero como ya es nuestra costumbre, revisemos como este pasaje nos lleva a hacer una reflexión para nuestra vida que nos permita poder dar paso a la redención de cualquiera que sea el exilio que vivamos.

Como ya conocemos, el exilio del que nos narra la Biblia en este momento histórico es la esclavitud a la que era sometida el pueblo hebreo en Egipto del cual Dios les redimió.

Pongamos atención a este dato importante del lenguaje divino, el hebreo: Egipto dicho en hebreo es Mitzraim/מצרים el cual su significado es estrecho; entendamos a Egipto no sólo como un lugar geográfico, sino como un lugar o circunstancia estrecha en la que podemos estar y necesitamos salir.

Justamente el exilio fue estar en ese lugar estrecho (esclavitud), pero observemos como realmente esa estrechez es la que forma al pueblo de Yisrael, por llamarlo así es el que le da el nombre, ya que es en este exilio cuando el pueblo hebreo es formado y nace como nación de Yisrael.   Reflexionemos como en cada uno de nosotros es igual y veamos como en cada dificultad, es decir cada estrechez en nuestra vida es lo que nos ha formado e incluso podríamos decir que nos da nombre, porque cada circunstancia (exilio) por difícil que parezca forma nuestra identidad.

Cuando “bajamos a Egipto”, bajamos a nuestras limitaciones, a nuestra estrechez de consciencia y salir de Egipto es solo a través de una transformación real que solo lo producirá la búsqueda y apego al Creador como lo hizo el pueblo hebreo, reconociendo que sin Dios es imposible, pues solo Él es quien tiene el poder de sacarnos con brazo fuerte y extendido por muy bajo que hayamos caído.

Muchas veces es fácil identificar nuestros exilios, sin embargo, también estar cómodos en la realidad, nos lleva a desenfocarnos y a no reconocer que estamos en una situación fuera de orden y lejos de lo que Dios quiere para nosotros, vamos a poder hablar de redención e iniciar nuestro propio éxodo, hasta que tomemos consciencia del exilio o exilios que vivimos.

Te invito a leer el Salmo 114, el sublime canto del éxodo, lleno de confianza plena y absoluta en el Dios de Yisrael, el Creador y Dios Eterno; con el que aún en tiempos difíciles proclamamos la bendición y protección Divina. Reflexionemos en como la naturaleza reconoce la presencia del Creador y obedece Su voluntad, y las aguas retroceden como si habláramos de una reverencia, entonces, si la naturaleza lo hace, nosotros siendo la máxima creación de Dios: seres con consciencia, hechos a imagen y semejanza del Creador ¿cómo es que debemos de actuar nosotros ante Su presencia? ¡de igual forma por supuesto, debemos actuar conforme a la Majestuosidad del Creador del mundo y del universo, en obediencia y reverencia!

No olvidemos que igual como ocurrió en la primera redención ocurrirá siempre, por ello debemos tener presente lo que dice el profeta Miqueas: “Yo les mostraré maravillas como el día que saliste de Egipto” confiando siempre en que veremos las maravillas de nuestro Creador.

Sigamos constantes en tefilá (oración) unidos, con emuná (fe) y bitajón (confianza), permanezcamos en Operación EJAD (uno), sosteniendo las manos de la nación de Israel, por la paz de Yerushalaim (Jerusalén), esperando la redención del Dios de Yisrael sobre Su pueblo.

Shalom u´brajot 

Paz y bendiciones desde la tierra de la Biblia

Am Yisrael jai / עם ישראל חי ! / ¡El pueblo de Israel vive!